Deseo
Momento
Yo
Paisaje
Espera
El girasol
Mariposa
Crepúsculo
Soledad
Cosecha
Luz
El río
Despojo
Llama
Impromptu en el party
Solitud
Futuro
Silencio
Milagro
Conversation between owls
Sueño
Contrapunto tímido
Verso triste
Tarde
Rafael Millán, durante su vida en España, fue un hombre entregado de lleno a la poesía. Poeta y escritor, publicó libros suyos y de docenas de poetas. Sacó a la luz sonetos y antologías, destacando entre los primeros AGORA, y entre los segundos VEINTE POETAS ESPAÑOLES, verdadera visión panorámica de nuestra poesía de postguerra.
Poeta suave, delicioso y hondo, lleva consigo una tristeza que logra hacer ternura con ese su llano y silencioso decir.Hoy, en la lejanía de los Estados Unidos, le teníamos un poco perdido. ROCAMADOR nos le acerca para llevarle a través de la geografía poética española.
AMANTE AMIGO nos muestra al mismo Millán de siempre, al mismo poeta de siempre, pero que desde la lejanía nos deja escuchar una voz de tonos nuevos.
E
te amo como se ama un passarinho
morto.
Manuel Bandeira
El día en que yo
muera,
cuando
mi cuerpo rompa las amarras
que lo unen al tuyo,
no debes llorar;
ese día la tristeza
habrá llegado al ápice en mi último
momento,
y ojalá que el miedo no se asome
a mis ojos entonces,
porque al margen de la vida
y de la muerte
yo seré siempre parte de tu cuerpo,
de tu alma también
y muriendo en ti mi parte de vida
vivirás tú en mi muerte.
No llorarás, te
pido, en ese día;
no deberás pensar en el espacio
que yo ocupaba;
leyendo mis palabras en poemas
o cartas,
la voz ya no existente te dirá
lo que estando hablaría si aquí;
y al ver la flor de que gustaban mis ojos
te parecerá que con los tuyos
para mí la acaricias.
Sé que esto no es
bastante,
que no basta pensar en lo que fuera
un hombre,
pero déjame sentirme inolvidado,
para siempre menos muerto
que el común de los muertos anónimos
sin nombre,
sin nombre siquiera en el recuerdo
de nadie.
Triste consuelo, tonto
querer ser recordado más allá
de la indecisa frontera de sombra;
tonta vanidad pensar ahora
en cosas tristes sin motivo.
... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ...
Acércate, mujer,
besa mis labios con tu amplia ternura
de vida hembra;
el optimismo nace en cada instante
para mí de tu aliento.
La vida
es contigo en mi ser para siempre.
Ayer, cuando mi mano se posaba
sobre un suave macizo de albahaca,
al olerla sabía que la vida
merecía la pena de vivirse.
Hoy que la misma mano te
acaricia
y sabe de tu cuerpo los secretos,
canta la alegría en tus sorpresas
y la vida es bellamente deseable.
Lo sabes: mi pozo
no es triste, le rie
dentro luz de sol.
El paisaje me atrae tenazmente
y dejo que penetre por mis poros
con su
tépida y suave languidez.
El bem-te-vi prende su grito
alegre
de las ramas más altas,
y
pájaro y grito caen después
sobre todo un mundo de
optimismo.
Con amorosa pericia, cada
beija-flor
clava el pico en los rincones
más escondidos de la belleza.
Todo es música
simple, todo ritmo
en el paisaje.
Y tú,
integrada en la espesura o flotando
sobre el agua del
dorado riachuelo,
eres palpitante medida de las horas.
De las horas
empapadas de calma
que pasan sin sentir bajo las
ondas
del
aire que acaricia tenuemente
nuestros cuerpos en paz
bajo el sol de la
tarde.
Sobre nosotros un cielo plomizo
cuando tenaz callabas;
grises sombras
viajeras
fingían que escuchaban
(Nadie sabia, nadie,
del frío sentimiento nacido
del silencio
en la pausa).
Pasaron, como pasa
del todo la vida a la nada;
estéril tristeza
fue llenando
de acritud la calma.
(Y la frialdad fue cediendo
al volver a tus labios
la esperada palabra).
Y la vida sencilla-
mente se reiniciaba.
Hoy aprendí,
paseando,
una lección de vida
y de muerte:
cuando un girasol
muere, a cualquier parte
mira.
Cuando éste mi cuerpo
caiga,
¿te veré en la
sombra?
¿O será la noche
tan total y simple
como nada,
como
oscura nada?
Cuando
el girasol
muere....
La flor
no es hoy
flor, es
una inestable
mariposa
inquieta.
¿Y la flor?
...à hora pensativa do escurecer.
C. Castelo Branco
En la hora pensativa en que el
silencio
se confunde con la noche,
aviento mis tristezas porque el alma
quede sosegada.
Necesito del sosiego, preciso
de la paz interior que me acreciente
iluminados momentos de ventura y tino.
Desenredo hilo a hilo mis
más tuyos
pensamientos.
(Y ahí
estás, al final
del ovillo, como meta de afanes,
pareceres, sentimientos).
Y apretado el nudo de la hora
pensativa,
mi corazón se sabe
protegido,
fuerte de soledad acompañada.
No son tristes las horas si se
sabe
exprimir el silencio.
Terrible castigo es la soledad
en el tiempo humano,
fría congoja
y abismo
donde se mueven inquietos
pensamientos.
Imperativas voces incitan,
en la soledad,
a gestos vacíos de
amor,
desposeídos de todo lo que ansia
de vivir es.
Castigo, castigo es la soledad,
cuando el alma necesita
un hombro en
que apoyarse,
unos ojos en que beber
amistad, amor, plenitud.
Odio la soledad,
querría
poblarla de sombras musicales,
de voces como líquidas
intenciones de paz.
Ansío no estar solo.
Nada en las manos, nada
que oponer a los vientos
rebeldes;
nada en la voz, nada
que decir a los sordos que gozan
en
serlo;
nada que pensar, absortos
ante nuestra mágica secuencia
de
milagros callados;
nada, ni cánticos ni luchas,
ni caídos
sueños ni sombras
invictas;
es la hora de la paz: tiempo
de coger la cosecha de amor
juntos.
La milagrosa luz
llegó,
traía en el iris
risueño
un vino encendido
en palabras.
Se fue desprendiendo
en silencio
de su alada vestidura,
de sus
cálidas
vegetaciones cristalinas,
de todo.
Y la luz del milagro
cantó,
dijo en su silencio
cuanto quiso
derramar
en mi alma
callada.
Estás no rio que corre :
estás em tudo que nasce,
estás em tudo que morre.Manuel Bandeira
El río,
riente caminante,
tropezando aquí
y allá.
Alegría derrama
su alegría;
en torno derrama
su clara
alegría.
Y camina y ríe;
ríe como ríe
los niños tan
niños
como el agua niña,
como el viento niño
—oh cristal cristal—
de hoy.
(Oh viva risa de cristal).
Contento, ríe; te
abraza, abrazo yo,
el agua, desde la orilla.
Ojos, risas, gritos alegres.
Ríe. Y río.
Y caminamos después tropezando
aquí, allí,
felices
hoy.
Cada día
al pasar rozándonos el alma,
nos mutila una fibra
en el seno
profundo:
un sueño largamente acunado,
una parte del ser
que
creíamos inseparable por siempre
de nosotros.
Cada día.
Y a diario repetimos
que no puede ser de nuevo,
que no debe volver
a afligirnos una nueva
derrota.
Pero viene la tajante
sorpresa
y nos tala en silencio
como a ramas.
Como a ramas
podridas, y acaba
con la ansiada armonía,
con la leve
esperanza.
Y nos desgajamos
hasta las raíces más intimas
de la
conciencia;
no sabemos entonces
si nuestro navegar al garete
acabará un día.
O si el furioso torbellino
hará del alma
lecho de su furia,
de
su cólera mansa o ciega-
mente terrible,
donde acabaremos
perdidos,
diluídos en algo
tan terrible y ciego
como el olvido de
nosotros
mismos.
Ni el árbol ni el
pájaro
en su rama;
ni la tarde dorada
ni músicas disueltas en noche
me llaman.
Ni el canto del
pájaro
ni esa oscura alma
que me invita y clama
—es viento que pasa—
me llaman.
Tengo los sentidos
atentos
sólo a tu llamada,
llama.
Está esa vela
a punto de extinguirse, apenas
unos segundos más de luz
y vendrá la oscuridad.
Y pienso en nuestras vidas,
que se extinguen sin que nadie
pueda
evitarlo, sin que nada
haga más duradero
lo que debe acabar, lo que
debe
tener fin: la vida
como la vela.
Mi solitud está
poblada
de innumerables vacíos que fueran
moradas de alegría:
en ésta hubo una flor
que con tu voz hablaba,
allí la
noche puso sus tesoros
ante mis ojos escudriñadores;
en todas
partes veo cómo ahora
la dicha es invisible, dividida
en
parcelas sin un árbol
a cuya sombra pueda llorarla
por perdida.
Triste es la solitud como una
sombra
interminable y hostil.
En un mañana cercano,
el sol,
el inequívoco sol de los
amantes,
hará caer sus luminosas aguas
sobre el mundo.
Y me
bañará.
Y tú
serás la luz
del mismo sol,
fundida en el
mañana ya llegado.
Un silencioso pájaro
perdido.
¿Lo viste acaso pasar por mis ojos?
Una respuesta sin nunca
pregunta.
¿La oiste de mi triste frente?
Aguardo algo en vano,
no me llega de tu voz el eco
y el misterio queda
rodeando
la espera mientras cuento los instantes
por matar mi tiempo.
Un árbol talado por
el rayo.
¿Has visto futilidad más triste?
Necesito un milagro.
(A Leslie Anne,
sin ella saberlo, le han brotado
en la sonrisa dos
dientes).
Y yo necesito sólo
un milagro,
un simple milagro.
(Cuando niño,
creí que el amor era algo
imperecedero
y alegre).
Necesito ahora un milagro
simple,
os lo digo en serio.
(No me digais que es imposible,
debe existir uno a la medida
de mi
urgente necesidad;
si lo encontráis en mi busca,
dadle mis
señas de inmediato:
vivo en la espera sufriendo).
La luz estaba ahí,
mas decreció,
mezclándose a
colores, sensaciones,
a sonidos que fluían en torno
de tu
silencio.
Estaba ahí la luz,
prendida
a la levedad de algo presentido
en
los días cuajados de momentos
cómplices.
Pero la luz, prisionera de tus
manos,
fue modelada como limpia arcilla,
y
aceptó formas y cálidas leyendas
que recreas.
Las sensibles leyendas nacen, viven,
y sobre el papel cuentan el ritmo
de tu corazón que late y sueña
en eterno.
* Este poema fue escrito originalmente en portugués
Estaba detenida al borde
de la pendiente;
tenía entre las manos
unas hojas
de indescifrables verde y oro
y cantaba como poseída
de
hirientes pesares
No quise aventurar una palabra
siquiera;
podría haberme unido a su salmodia,
tal vez decirle que
mañana es siempre
fuente del sediento,
esperanza intacta.
La vi después
arrojar las hojas
—verde, oro—
al viento que las conocía,
sacudió
más tarde la cabeza
ahuyentando no sé qué
fantasma.
Reentraba en la vida.
* Estas composiciones fueron publicadas en revistas españolas allá por 1951 y 1952; y olvidadas. Ahora, repasando esas publicaciones, las he encontrado y he decidido incluirlas aquí. Ni yo mismo sé por qué. Tal vez por no dejarlas sueltas por esos mundos, tal vez por darles asilo, que no sé si merecen, en un libro.—M.
Nada.
No sé decirte nada.
(Está despertando el
campo,
¿no escuchas sus mil
ruidos?)
Enmudezco. Te miro
—larga mirada, muy larga—,
(¿Dónde
esconderá el invierno
canciones de tantos grillos?)
suspiro...
y esas son mis palabras.
Nada.
No sé decirte nada.
(La fuente en ese concierto
hace el contrapunto. Un pino...)
Te miro, ¿no te basta?
(...silba entre dientes un aire
con empaque de gran divo).
1951.
Y voy sin prisa,
sin pri...
(El silencio es un árbol sin hojas).
1952.Soy feliz
y río por nada :
porque sí.
Recortada
en el perfil
tengo una sonrisa
blanda
perezosa.
abierta
a los verdes vientos,
a las nubes —viejas
vestidas de gris—,
a las grises aguas,
a la breve tarde...
y a ti.
Soy feliz
y río por nada :
porque sí.
1952.